Este payaso es muy ruidoso y disfruta imitando el ruido de las motos de carreras rrrr, rrrrr,rrr
Lo que más le gusta de su traje es su gorro lleno de estrellas y no se lo quita ni cuando descansa.
Os voy a contar cómo el payaso R se quedó a vivir en el País de las Letras: El mago Catapún, que es el rey de los gigantes, siempre está tramando fechorías, y mandó a los gigantes con sacos llenos de ratas para que las soltasen por la noche en el País de las Letras. Cuando nuestros amigos se levantaron se las encontraron por todos lados: en la cocina, en el colegio, en la pastelería, encima de las camas de la reina, del rey y de los princesas, que salieron corriendo y gritando espantados. Hasta en los zapatos había ratones. ¡No sabían que hacer!
Los reyes empezaron a pensar, como siempre que había problemas, y decidieron pedir ayuda a todos los habitantes del País de las Letras. El payasito se acordó del cuento de “El flautista de Hamelín” pero como el payaso no tenía flauta mágica como el flautista, decidió emplear queso para acabar con los ratones.
Cogió un cesto lleno de queso y lo fue repartiendo por el suelo del circo, los ratones atraídos por el olor acudieron rápidamente. El payaso esperó a que acabaran de comérselo y luego fue echando trocitos de queso por el suelo hasta llegar a la calle. Los ratones le seguían y pronto empezaron a acudir de todas las casas hasta que éstas se quedaron sin ratones. Después se dirigieron al campo y al llegar al río el payaso echó en éste trocitos de queso, y los ratones que sólo miraban el queso no se dieron cuenta del agua y zas...al agua, y los arrastró la corriente camino del mar. La gente del País de las Letras gritaba ¡Viva el payaso R! Y lo llevaron a hombros hasta el palacio real.
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